Rebollar toma su nombre del «rebollo» o «roble pequeño». El paisaje de esta localidad refleja la belleza natural del valle, con el cerezo como eje central de la economía local. Su urbanismo, con callejones estrechos y tortuosos, crea un ambiente auténtico, similar a un museo de arquitectura popular. La Iglesia parroquial de Santa Catalina, del siglo XVII presenta una nave interior de dos tramos y techumbre de madera. Destaca por una píxide de plata de estilo gótico-renacentista donada por el obispo Gutierre de Vargas y Carvajal.